La búsqueda de una identidad basada en una escuela para las generaciones del futuro es una de las problemáticas que presenta la escuela tradicional, ya que no responde a las demandas de capacidad y conocimiento de una sociedad en convivencia con las nuevas tecnologías.  Es evidente que, debido a la fugacidad de los valores actuales, la escuela secundaria se construye en cimiento débiles, causando fragilidad en la trasmisión de los saberes, desconexión y el hábito basado en la memorización y reproducción de un modelo pedagógico indiscutiblemente obsoleto. En definitiva, hoy en día la escuela produce y reproduce desigualdades.

Durante la jornada de sensibilización a directivos de escuelas públicas y privadas,  llevada a cabo en el Colegio San Pablo el día Viernes 18 de Mayo, la Secretaría de Innovación y Calidad  del Ministerio de Educación de la Nación, Mercedes Miguel destacó la importancia de alfabetizar sin perder de vista la inclusión y generar un aprendizaje de calidad equitativo.

El futuro llegó a nuestras aulas

Hay múltiples experiencias que dejan visible el futuro en las aulas, desde reformas educativas propuestas por el gobierno, hasta esfuerzos multidisciplinarios llevados a cabo en las escuelas formadas por comunidades docentes sensibles y creativas. Surge de esta manera una nueva identidad flexible basada en propuestas educativas orientadas a la transformación social y educativa. Esto incorpora cambios profundos en el ámbito escolar teniendo en cuenta: la organización de los tiempos escolares, evaluación acreditación y promoción, trabajo por proyectos de Aprendizaje interdisciplinarios y la planificación institucional del aprendizaje.

Las aulas del futuro están pensadas para transformar al docente y desarrollar un alumno activo que indaga y aprende con otros.  El desarrollo de estas competencias permitirá favorecer un proceso para que los estudiantes sean participantes de su propia vida y ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones, capaces de contribuir al mejoramiento de sus comunidades locales, interpelando la realidad, comprendiendo su historia, resolviendo los desafíos que la sociedad les presenta.

La incorporación de una propuesta basada en un modelo pedagógico superador nos deja una sumatoria de acuerdos sociales amplios en dirección a un nuevo rumbo educativo. Sin embargo, será fundamental no caer en la zona de confort pensada en creer que, con solo trasplantar modelos educativos exitosos, ajenos al contexto nacional, pueden superar un problema histórico que trae consigo deudas con la escuela y sus alumnos.  El compromiso con el cambio requiere como dice Mercedes Miguel, la generación de un Estado rector, una reforma de la estructura burocrática, recursos y conectividad en todas las escuelas. Por sobre todo mantener el foco en el docente como agente de transformación, comprendiendo su nuevo rol formador.

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